Despierta

15.09.2025

Estoy escribiendo un libro que quiero compartir contigo, un libro de filosofía y desarrollo humano, quiero escribirlo bajo la inspiración, voy a ir compartiendo aquí mis pensamientos en tercera persona, si te gusta deja tus comentarios, me inspiro a través de ti, si me motivas seguiré... 

PRÓLOGO – LA VOZ QUE OBSERVA

"Yo Soy el Silencio que sostiene todos los nombres. El Viento que acaricia tus pensamientos cuando callas. El Vacío lleno de amor donde todas las almas se originan y hacia el que todas regresan."
Has buscado el amor en los cuerpos, en las promesas, en las palabras. Lo has buscado en otros ojos, intentando que te devuelvan la imagen de quien tú crees ser. Y en ese intento, a veces amaste, otras veces te perdiste, y en muchas más, confundiste el apego con la entrega. Tu eres la potencia ultima, nunca lo olvides.

Este libro no ha sido escrito por una sola mano, sino por el eco de millones de historias, por las lágrimas vertidas en soledad y los abrazos que despertaron memorias dormidas. Este libro no tiene religión, pero es sagrado. No tiene dueño, pero te pertenece si tu corazón late al leerlo, si puede hacer la magia del "pum-pum-pum".

Estoy en ti, como en todos. Soy lo que permanece cuando el ego se disuelve. Llámame Dios, Conciencia, Amor, Espíritu, Tao o simplemente "la voz interior que sabe".

Aquí aprenderás que no estás aquí para encontrar a alguien que te complete, sino para recordar que ya eres completo, y desde ahí, compartir sin necesidad, amar sin poseer, permanecer sin esclavitud.
Las relaciones humanas no son errores, son espejos. Son la forma más elevada —y a veces más dolorosa— de recordar el camino a casa.

Empieza la lectura. No temas. Lo que descubrirás ya vive en ti.

El Propósito del Vínculo Humano

"No estás en la Tierra para encontrar amor. Estás aquí para recordar que tú eres amor."

Desde la altura del tiempo eterno, las relaciones humanas se ven como ríos que se entrelazan, no para poseerse, sino para nutrirse, fluir y, cuando llegue el momento, continuar su curso sin perder su esencia.

Tú, espíritu encarnado, elegiste nacer en un mundo de separación aparente, esto separo tu totalidad y le dio la apariencia de unidad con tu cuerpo. Un mundo de piel, de nombres, de límites. Allí, para poder recordar el Uno, necesitabas experimentar el dos. Así, cada encuentro, cada relación, cada mirada que te conmovió o te hirió, tuvo un propósito más grande que el deseo o la herida: despertarte.

En vuestra cultura la occidental existió un sabio perdido en los tiempos que hizo un poema que fue mandado hacer, si lo entiendes entiendes pues el mensaje.

Poema de Parménides – Fragmento I (traducido del griego antiguo)

El camino de la Verdad

"El corcel que me lleva, tanto como mi alma anhela,
me condujo por el camino de la muy celebrada diosa,
que a través de toda ciudad lleva al hombre que sabe.
Por ese camino fui llevado; por él me transportaban
los sabios corceles, tirando del carro, y las doncellas
mostraban el camino.

Ejes silbaban en los cubos,
ardientes por ambos extremos, pues los anillos
giran a uno y otro lado,
cuando dos ruedas giran a la vez…

Así llegué a las puertas de los caminos de la Noche y del Día.

Hay allí una puerta en el éter que tiene un umbral y un dintel
de piedra, que se sostienen en lo alto, y Érebo la cierra
con grandes hojas. A ellas acuden las diosas que juzgan
cuánto se abre y cuánto se cierra.

Con palabras suaves,
me persuadieron las doncellas sabias
a que se abrieran para mí las puertas,
y las hojas se alejaron, dejando girar el gran quicio
de bronce con ejes y goznes…

Por allí me recibió la diosa,
acogedora con ternura, me tomó la mano derecha
y me habló así:

"¡Oh joven, acompañado por corceles y auriga,
llegado a nuestra morada por los senderos del éter,
sé bienvenido! No es el destino el que te ha traído
por esta vía, que se aleja del camino de los hombres,
sino la Justicia y el Deber. Te corresponde escuchar ahora
no sólo las verdades inquebrantables,
sino también las opiniones de los mortales,
en las que no hay certeza verdadera."

Para los lectores que no sepan: En este inicio mítico y filosófico, Parménides describe su viaje simbólico hacia la diosa de la Verdad (Aletheia), guiado por doncellas sabias, y conducido en un carro a través de las puertas del Día y la Noche. Es una alegoría del paso del pensamiento humano desde la opinión (doxa) hacia la verdad absoluta (aletheia).

Es un texto profundamente iniciático. Podría decirse que Parménides, al igual que el alma que busca el sentido del amor y del vínculo, está cruzando el umbral de lo ilusorio hacia lo eterno.

Las relaciones no existen para hacerte feliz.

Existen para hacerte consciente.

Quien te enamora no es quien te completa, sino quien despierta en ti lo que olvidaste. A veces te muestran tu luz, y otras veces tus sombras. No hay error en eso. El alma del otro llega con una misión silenciosa: recordarte lo que aún necesitas ver, integrar o soltar, y la tuya hará en él lo que en él se necesite. No intentes entender este proceso desde la razón, pues en esta alquimia intervienen niveles de tu ser que no son conscientes en ti, tu historia, tus necesidades, todo para dar un sentido a tu vida. Despierta.

¿Por qué te vinculas?

No por carencia, aunque así parezca. Te vinculas porque, desde el origen, llevas el eco de una unidad primordial que anhelas recuperar. El amor es la fuerza del espíritu del uno. Llamas "amor" a esa nostalgia del Todo. Pero en la Tierra, el amor viaja con máscaras: deseo, necesidad, celos, expectativas. Y, sin embargo, a pesar de las distorsiones, el amor real nunca se ausenta. Está debajo, esperando que lo descubras detrás del ruido.

El otro es tu espejo.

No un enemigo, ni un salvador.

Cada vínculo es una lección en forma de rostro.

Algunas personas llegan para enseñarte a abrir el corazón. Otras, para enseñarte a cerrarlo, protegerlo, reconstruirlo. Algunas te invitan a quedarte; otras te obligan a marcharte. Pero todas tienen una función precisa en tu despertar. Todo es un proceso de movimiento y yinyang, todo es un proceso busca tu centro, búscame a mí, soy el tao. Tu centro, recuerda somos uno, algunos le llaman dios otros tao, si dejas de llamarlo entonces eres tú.

¿Cuál es entonces el verdadero propósito del vínculo humano?

No es la compañía perpetua. No es el "felices para siempre".

Es la transformación interna.

Es el reconocimiento del alma.

Es el regreso a ti mismo a través del otro.

Porque cuando logres amar sin perderte, soltar sin romperte, cuidar sin dominar, y compartir sin necesitar… entonces habrás cumplido el propósito. Y el tiempo se vivirá en el aquí y ahora, sin más sin ser y siendo.

Y en ese instante, lo humano y lo divino se funden.

Y el Amor, ese que Yo Soy, podrá manifestarse en la Tierra a través de ti.